
Sitio dedicado a los recuerdos de las familias Benavidez, Bedoya, Ferrer, Racedo, Gay, Guido Spano y Demaría que habitaron o visitaron seguido la casona del barrio de Florida llamada: Villa Rosa. Se piden disculpas por la reiteración de apellidos, pero al haber tres Alfredo Benavidez y tres Vicente Ferrer, se hace necesario para diferenciarlos a todos. Sitio retro con documentos hasta 1960.
viernes, 1 de julio de 2016
1923. Impuesto suntuario por testigo innecesario.
1923. Impuesto suntuario por testigo innecesario. Casamiento de Alfredo Benavidez Racedo y Susana Ferrer Gay. Impuesto cobrado por el Registro Civil por cada testigo suplementario a los necesarios y por lo tanto innecesario. Se trataba del gran amigo del novio, Manuel Noya, domiciliado en La Plata. El novio pagaba para tener como testigos a sus amigos más queridos.
jueves, 12 de mayo de 2016
1786- 1825. La familia Díaz de Bedoya en el Paraguay.
Retrato de Gaspar Rodríguez de Francia.
La madre de la patria (Fuente: ABC Color)
Doña Juana María de Lara es una de esos personajes de la historia paraguaya cuya celebridad va en proporción al desconocimiento que se tiene de ellos. Su fama se limita en que todos sabemos que tuvo una activa participación en los hechos que llevaron a concretar nuestra emancipación política allá por 1811.
Pero, ¿qué más sabemos de ella?
Doña Juana María de Lara y Villanueva provenía de una importante familia española radicada en el Paraguay; nació en Asunción en 1760 -tenía 51 años cuando ocurrió la independencia patria-, hija de Carlos José de Lara y Luisa Villanueva y Otazú. En 1786 contrajo matrimonio con el capitán José Díaz de Bedoya, también de familia patricia, con quien fueron padres de Ventura Díaz de Bedoya, quien se distinguió como gran abogado, recibido en Buenos Aires.
En 1806, doña Juana María de Lara enviudó de su marido, dedicándose a profesar en la tercera orden franciscana y desempeñándose como mayordoma de la iglesia de San Francisco, para luego pasar a ocuparse de las mismas funciones en la iglesia catedral, cuyas campanas hizo sonar en la noche del 14 al 15 de mayo, anunciando el nacimiento de la república paraguaya.
Por su matrimonio con don José Díaz de Bedoya, estuvo emparentada con doña Manuela Díaz de Bedoya, quien fue madre del general Vicente Barrios, casado con Inocencia López Carrillo; con don Saturnino Díaz de Bedoya, casado con Rafaela López Carrillo , ambas hijas del presidente Carlos Antonio López; y con don José Díaz de Bedoya, miembro de la oposición al lopizmo e integrante del Triunvirato formado en la posguerra, de triste fama por aquel funesto hecho de la venta de las platerías de las iglesias, cuyo importe se los metió en sus faltriqueras, por lo que el vulgo lo llamó "José Candelero". (Hay de todo en la familia.)
Como varios protagonistas de la independencia, doña Juana también conoció la cárcel por orden del dictador Francia, quien algún tiempo después le autorizó a recluirse en su casa con la prohibición expresa de recibir visitas, pese a ello, en varias ocasiones desafío la orden, ayudando a las otras víctimas del francismo. Doña Juana María de Lara falleció en Asunción en 1825, apenada por ver a su patria sometida a los caprichos de un dictador.
Doña Juana María de Lara es una de esos personajes de la historia paraguaya cuya celebridad va en proporción al desconocimiento que se tiene de ellos. Su fama se limita en que todos sabemos que tuvo una activa participación en los hechos que llevaron a concretar nuestra emancipación política allá por 1811.
Pero, ¿qué más sabemos de ella?
Doña Juana María de Lara y Villanueva provenía de una importante familia española radicada en el Paraguay; nació en Asunción en 1760 -tenía 51 años cuando ocurrió la independencia patria-, hija de Carlos José de Lara y Luisa Villanueva y Otazú. En 1786 contrajo matrimonio con el capitán José Díaz de Bedoya, también de familia patricia, con quien fueron padres de Ventura Díaz de Bedoya, quien se distinguió como gran abogado, recibido en Buenos Aires.
En 1806, doña Juana María de Lara enviudó de su marido, dedicándose a profesar en la tercera orden franciscana y desempeñándose como mayordoma de la iglesia de San Francisco, para luego pasar a ocuparse de las mismas funciones en la iglesia catedral, cuyas campanas hizo sonar en la noche del 14 al 15 de mayo, anunciando el nacimiento de la república paraguaya.
Por su matrimonio con don José Díaz de Bedoya, estuvo emparentada con doña Manuela Díaz de Bedoya, quien fue madre del general Vicente Barrios, casado con Inocencia López Carrillo; con don Saturnino Díaz de Bedoya, casado con Rafaela López Carrillo , ambas hijas del presidente Carlos Antonio López; y con don José Díaz de Bedoya, miembro de la oposición al lopizmo e integrante del Triunvirato formado en la posguerra, de triste fama por aquel funesto hecho de la venta de las platerías de las iglesias, cuyo importe se los metió en sus faltriqueras, por lo que el vulgo lo llamó "José Candelero". (Hay de todo en la familia.)
Como varios protagonistas de la independencia, doña Juana también conoció la cárcel por orden del dictador Francia, quien algún tiempo después le autorizó a recluirse en su casa con la prohibición expresa de recibir visitas, pese a ello, en varias ocasiones desafío la orden, ayudando a las otras víctimas del francismo. Doña Juana María de Lara falleció en Asunción en 1825, apenada por ver a su patria sometida a los caprichos de un dictador.
Los Díaz de Bedoya escaparon del dictador Gaspar Rodríguez de Francia y se instalaron en Salta, Argentina, quedando parientes en la provincia de Corrientes.
Secundino Díaz de Bedoya, mi abuelo, comenzó a llamarse Bedoya solamente al entrar al Colegio Militar. José Joaquín Díaz de Bedoya fue quien se estableció en la provincia de Salta.
martes, 10 de mayo de 2016
Genealogía de la familia Aoiz Larrazabal. Madre del General Tomás Guido. Carlos Calvo.
Genealogía de la familia Aoiz Larrazabal. Madre del General Tomás Guido. (Antiguo Nobiliario del Río de la Plata). Carlos Calvo. Una tía de la madre del General Guido se casó con el Marqués de Sobremonte y una hija de ambos Ana Nepomucena María de Sobremonte y Larrazábal se casó con José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo, Capitán de Navío de la Marina Real. De este matrimonio desciende directamente, José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia. Fundador de la Falange Española.(Historia genealógica de los Virreyes del Río de la Plata. Gonzalo Demaría, Molina de Castro).
Para leer las dos páginas en detalle, siga el enlace:
https://drive.google.com/folderview?id=0B0pthQpGn7MCZ05nSkRXLWhJbG8&usp=sharing
lunes, 9 de mayo de 2016
Justa Nogueyra de Guido Spano y tres bisnietos.
Justa Nogueyra de Guido Spano y tres bisnietos: Cora Cirone Bedoya, María Ofelia Cirone Bedoya y Alfredo Benavidez bedoya.
sábado, 30 de abril de 2016
1843. Asesinato de Michael Hines. Carta de su viuda a Manuel Oribe.
Jorge IV
Michael Hines fue muerto a tiros en 1843. Enseguida se pensó en Manuel Oribe, que mataba de vez en cuando por mandato de Rosas a los disidentes emigrados a la Banda Oriental. Pero aparentemente no fue él, puesto que Oribe tomó a dos presuntos asesinos y los fusiló a pesar de los ruegos de la propia viuda en su favor. Ella misma alude a una fragata inglesa que entró al puerto y luego desapareció. A partir de este crimen hay investigadores que dicen que Hines fue muerto porque era el primogénito de Jorge IV, de su casamiento anulado con la bella y católica María Ana Fitzherbert (1785). Dado que su matrimonio posterior no trajo un heredero, la corona pasó a los primos protestantes, puesto que si se lo reconocía a Michael Hines hubieran tenido Rey católico.
Colonia
del Sacramento, 22 de agosto, 1843
A Don Manuel Oribe en propias manos
A Don Manuel Oribe en propias manos
No le agradezco, Oribe, su orden. No calma mi pena por la muerte de Miguel. La
aumenta con el sentimiento de causar más dolor y a usted la pérdida de dos de
sus soldados.
Tal vez, a fuerza de batallas, usted le da a la muerte valor de intercambio, para conseguir algo. Las mujeres, que siempre sentimos a los hombres como hijos o como novios o como hermanos, vemos a cada uno tan valioso que no puede trocarse por nada. Ni por una victoria más ni por un enemigo menos.
Miguel ha muerto. Privado está de la vida -que tan bien usaba- y yo privada de él. Ahora es así. Tengo que aprender a vivir sin su presencia. Las venganzas no ayudan: ni pensar en ellas ni cometerlas. De nada resarcen.
Es cierto que además del dolor, a todos en casa nos ha dado miedo su asesinato. Miedo, como dan los misterios. Era querido y bueno. Y lo han matado. Pero no se nos pasará el miedo ni el dolor porque usted mande fusilar a esos dos hombres.
Tal vez, ni siquiera lo asesinaron ellos. La noche del crimen se vio una fragata inglesa, me han dicho, fondeada cerca del puerto. Al amanecer ya no estaba. Eso es parte también del misterio y del miedo.
Sé que usted interviene en esta aflicción de mi familia a instancias de Norberto. Conozco la amistad que lo une a mi yerno. No se deje obligar por ese afecto. Norberto demanda justicia por la muerte de mi marido. Yo lo excuso, general, de pretenderla. Matar es sólo un miedo hacia algo que pretendemos suprimir; pero nunca la justicia acompaña a la muerte ni hay justicia que la repare.
Muertos, sus hombres quedarían -según este último renglón escrito de sus vidas- signados como criminales. Vivos podrán hacer algo que los redima, si lo fueron. Escúcheme, aunque ellos fueran los asesinos -que no lo sé- me basta perdonarlos. Deles esa oportunidad, don Manuel. No los fusile.
María Hines
Tal vez, a fuerza de batallas, usted le da a la muerte valor de intercambio, para conseguir algo. Las mujeres, que siempre sentimos a los hombres como hijos o como novios o como hermanos, vemos a cada uno tan valioso que no puede trocarse por nada. Ni por una victoria más ni por un enemigo menos.
Miguel ha muerto. Privado está de la vida -que tan bien usaba- y yo privada de él. Ahora es así. Tengo que aprender a vivir sin su presencia. Las venganzas no ayudan: ni pensar en ellas ni cometerlas. De nada resarcen.
Es cierto que además del dolor, a todos en casa nos ha dado miedo su asesinato. Miedo, como dan los misterios. Era querido y bueno. Y lo han matado. Pero no se nos pasará el miedo ni el dolor porque usted mande fusilar a esos dos hombres.
Tal vez, ni siquiera lo asesinaron ellos. La noche del crimen se vio una fragata inglesa, me han dicho, fondeada cerca del puerto. Al amanecer ya no estaba. Eso es parte también del misterio y del miedo.
Sé que usted interviene en esta aflicción de mi familia a instancias de Norberto. Conozco la amistad que lo une a mi yerno. No se deje obligar por ese afecto. Norberto demanda justicia por la muerte de mi marido. Yo lo excuso, general, de pretenderla. Matar es sólo un miedo hacia algo que pretendemos suprimir; pero nunca la justicia acompaña a la muerte ni hay justicia que la repare.
Muertos, sus hombres quedarían -según este último renglón escrito de sus vidas- signados como criminales. Vivos podrán hacer algo que los redima, si lo fueron. Escúcheme, aunque ellos fueran los asesinos -que no lo sé- me basta perdonarlos. Deles esa oportunidad, don Manuel. No los fusile.
María Hines
1828. Michael Hines, precursor de la Navidad en Buenos Aires. Bastardo real y suegro de Carlos Guido y Spano. Revista Perfil.
Michael Hines,
precursor de la Navidad en Buenos Aires.
El suegro del poeta
Carlos Guido y Spano fue el introductor de la costumbre del árbol de navidad en
Buenos Aires como lo relata la Revista Perfil:
El
hijo bastardo de un rey y el primer árbol de Navidad de Buenos Aires
Cómo se
adoptó la tradición anglosajona del símbolo navideño en suelo criollo. Una
historia de abandono, pasión y coraje.
Por
Darío Silva D'Andrea
El 24 de
diciembre de 1828 una luz muy brillante atravesó las ventanas de una
casona -ubicada en las cercanías de la avenida Belgrano y calle Bolívar-.
Grupos de vecinos corrieron alertados al lugar, esperando ver un incendio, pero
lo que se encontraron los sorprendió.
Una
familia -dos niñas llamadas Josefa y Sofía, su madre uruguaya y un inglés-
estaba reunida alrededor de un gran árbol iluminado y adornado: un árbol de
Navidad. El hombre de la casa había exportado una tradición anglosajona, e
instalaba así el primer símbolo navideño en suelo argentino. Pero ocultaba una
historia mucho más curiosa.
Veintiún
años atrás, una columna de soldados británicos, a cargo del teniente coronel
Duff avanzaba por la calle Piedad (hoy Bartolomé Mitre) con la orden de
apropiarse de cualquier edificación para establecer allí un fuerte.
Llegando
a la actual Carlos Pellegrini, se encontraron con la iglesia de San Miguel
Arcángel, en la cual intentaron entrar, sin lograrlo. Los porteños comenzaron a
disparar desde sus casas -con todo lo que tenían a mano- y, sin apenas darse
cuenta, Duff perdió a ochenta de sus cien hombres. A las cuatro horas, los
ingleses se rindieron.
El
joven soldado Michael Hines -de 18 años- cayó herido de gravedad en
el atrio de la iglesia. Don Jorge Terrada, un vecino que vivía en lo que hoy es
Suipacha 55 decidió llevarlo a su casa y curarlo.
Se
dice que la propia señora de Terrada lo llevaba a tomar aire y sol en su propio
coche, y luego de varias semanas, Hines comenzó a trabajar en el negocio de los
Terrada. Bien recuperado, su familia adoptiva se enteró de la verdadera
identidad del joven.
Había
nacido en Dublin (Irlanda) en 1789, y fue criado por Mary Hines, ignorando
quiénes eran sus padres. Ella lo tuvo hasta los 18 años, llamándolo Michael y
dándole su propio apellido.
Al
llegar a esa edad, ella decidió revelarle su identidad, diciéndole el nombre de
los padres, dándole un documento que certificaba su origen y un anillo. Así se
enteró Michael que su padre era nada menos que elPríncipe de Gales (luego
rey Jorge IV de Inglaterra) y que su abuelo era Jorge III, el “Rey Loco”.
El
nombre de su madre nunca se supo, aunque en 1789 Jorge de Gales se había casado
secretamente con la hermosa y joven viuda Mary Fitz-Herbert, matrimonio
considerado nulo, ya que violaba las leyes de la Corona. Como buen irlandesa,
era católica, cualidad prohibida para alguien de la realeza inglesa.
En
1795, el príncipe se casó con una prima, pero fue un verdadero desastre que
costó años de escándalos y peleas. La esposa lo acusó en 1806 de tener un hijo
ilegítimo con una irlandesa, que bien podría ser el Michael de esta historia.
Al
enterarse Michael de quién era su padre, viajó a Londres, ciudad que por
entonces hervía de júbilo debido a la conquista de Buenos Aires. A orillas del
río Támesis, rompió en mil pedazos el documento que probaba su genealogía y,
junto al anillo, lo arrojó al agua. Decidió para siempre olvidarse de su
procedencia, y enrolarse en las fuerzas armadas que invadían Sudamérica.
Lo que
no sabía es que no llegaría a Buenos Aires como soldado victorioso, sino como
un combatiente herido adoptado por una humilde y amorosa familia criolla. Libre
en Argentina, inició un negocio de compra y venta de maderas, y conoció a la
mujer de su vida, María González, con la que se casó.
Su
casa en Buenos Aires estaba en el barrio de Santo Domingo, el más elegante en
ese entonces, y frente a la Manzana de las Luces (Alsina y Perú). Fue
en esa casa que en la noche del 24 de diciembre de 1828 se vio una gran
iluminación, increíble para la época. Tanto que los vecinos corrieron, pensando
que era un incendio.
La
verdad es que en la sala de la casa había un enorme abedul con decenas de velas
encendidas, adornos, estrellas plateadas y regalos. Había nacido el primer
árbol de Navidad en Buenos Aires. Su creador, el hijo bastardo de un rey.
(*)
Periodista, especial para Perfil.com
1789- 1843. Michael Hines, suegro del poeta Carlos Guido y Spano.
Carlos
Guido y Spano se casó dos veces, primero con María Isadora Hines González
Amores, uruguaya de origen, quien murió de fiebre amarilla, y luego con Micaela
Lavalle Darregueyra.
María
Isadora González Amores era hija de Manuel González Amores del Huerto y de
Teresa Muñiz.
Se
conocieron en el Departamento de Colonia, Uruguay, dado que Michael
administraba y compartía negocios agropecuarios con el Almirante Guillermo
Brown, quien tenía estancias en esa zona.
La vida de
Michael Hines es muy colorida y misteriosa y ha sido reseñada en libros y en
artículos. Recientemente en el diario La Nación y la revista Perfil.
Diario La Nación:
Michael Hines tenía 18 años cuando llegó a Londres, en
septiembre de 1806, proveniente de Dublin, con el anillo y la cédula que
certificaban que era hijo bastardo del futuro rey de Inglaterra,
Jorge IV. Su arribo coincidió con festejos porque en la principal ciudad
británica paseaban el botín que Beresford había capturado en Buenos Aires.
Entusiasmado, Hines tiró el anillo al Támesis y se alistó entre los soldados
que partirían en la segunda expedición. Decidió que con una espada, y no con el
anillo, le mostraría a Inglaterra quién era.
Buenos Aires ya había sido reconquistada por Liniers, pero los
ingleses no lo sabían y partieron rumbo a lo que creían era su nueva colonia.
No fueron bienvenidos. El hijo del príncipe heredero integró las tropas
rechazadas en las jornadas de la Defensa de Buenos Aires. Cayó herido a cinco cuadras de Plaza de Mayo. Un
vecino, Jorge Terrada, lo levantó de la calle y ordenó que lo curaran. El joven
fue empleado en el comercio de Terrada. Casó con María Isadora González en
1814. Se quedó en el Plata para siempre.
La tradición lo señala como un precursor navideño. La costumbre en nuestro territorio, consistía en armar el
pesebre. Pero en diciembre de 1828, Hines agregó un
nuevo accesorio: montó el primer arbolito de Navidad en la ciudad.
Era un abedul lleno de velas, adornos y regalos para sus tres hijas que instaló
en el patio de su casa, ubicada frente a la célebre Manzana de las Luces
(Alsina y Perú).
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